Todos los días se paseaba secamente por el huerto bajo el sol La hora muerta, piedra muerta la agonía y las naranjas bajo el sol La vida iba entre ese muro y las paredes de silencio y los canes centinelas de sus sueños no dormían, veían sombras de cal en las sombras del jardín La luna muerta, noche muerta viento frío y un rosario ante el portón Y un incendio amarillo y provisorio consumía el corazón Y comenzó a buscar por entre las hogueras lentamente Y su corazón ya no temía las llamas del infierno y las tinieblas sin fin habría de llegar el amor